¿CÓMO SALIR DE UN DESTINO LOSER EN LA ECONOMÍA ?

Félix Piacentini

Todo el mundo se está haciendo la misma pregunta, cómo será su país y el mundo después de la inédita vivencia de haber parado todo por la pandemia del Coronavirus. Afortunadamente, en algunos de los que fueron el epicentro del brote y desde donde nos llegaban imágenes horrorosas de sistemas de salud colapsados ya han emprendido el camino hacia la “nueva normalidad”. Por lo que advertimos también por imágenes es que ésta no dista demasiado de la vieja normalidad, pero quizás todavía es muy pronto para sacar esa conclusión. Mi intuición es que así será. Superado este experimento inédito del lockdown total y cuando aparezca la vacuna, o generemos inmunidad, el mundo volverá más a la vieja normalidad que a la nueva. Esto no quiere decir que nada haya cambiado. La pandemia sirvió para acelerar procesos que ya venían desarrollándose como el comercio online, la educación a distancia, la digitalización de la burocracia y el gobierno electrónico, entre otras actividades en las que nos dimos cuenta que lo remoto era posible.

En Argentina estos procesos también se aceleraron afortunadamente, y en algunos casos, como la obligada bancarización y la mayor penetración del e-commerce, nos permitieron un mayor catch up con países desarrollados. Ahora bien, haya o no modificaciones radicales de la forma en la que viviremos, en la mayoría de los países se están imaginando cómo será la nueva normalidad partiendo de una vieja normalidad muchísimo más normal que la nuestra.

Es entonces nuestro desafío que la nueva normalidad corrija la vieja anormalidad que el actual gobierno impuso en tan solo 6 meses de gestión. El desafió es doble y el camino más sinuoso.

Y en esa anormalidad en las que nos introdujo antes de la pandemia se vislumbraba la clara intención volver al pasado en casi todo y romper con los avances que habíamos logrado en los últimos años. El modelo de vivir con lo nuestro de Aldo Ferrer, que es poco y no alcanza, el de sustituir importaciones privilegiando a industriales prebendarios a costa de millones de consumidores, el del resentimiento al campo, el de un esquema que desalienta las exportaciones pero a la vez espera que se incrementen cuando se castiga la rentabilidad del sector agroindustrial y nuestras economías regionales. Y en lo institucional, tan fundamental para garantizar el normal funcionamiento de una república y recibir la confianza de inversores externos, el debilitamiento de la división de poderes y un “rule of law” cada vez más frágil.

Si no desandamos el camino hacia la normalidad pre pandemia, la recuperación post pandemia será tortuosa y muy probablemente se transformará en estanflación. Ni recuperación en V, ni en forma de tilde (o Nike), en L. Y aquí la amenaza más creíble proviene del mismo gobierno que pretende instalar slogans apolillados como “Te salva el Estado y no el Mercado” o aventurando que la pandemia deja en claro que el sistema capitalista ha fallado como excusa para profundizar el peso del Estado en la economía y justificar la estatización de empresas. El coronavirus no desnuda ninguna debilidad del sistema capitalista: visibiliza gobiernos deficientes. Y ya podemos sospechar que el manejo de la cuarentena fue deficiente porque por que no se aplicó de entrada la política de otros países del Test, Trace anda Isolate: los testeos no son, al día de hoy, lo masivos que deberían y el sistema de salud no se reforzó lo suficiente para evitar el riesgo de colapso. Lo que tenemos es una cuarentena dura que debería haber iniciado más cerca del pico invernal que estamos atravesando y no en marzo, encaminándose a ser una de las más largas del mundo con el consecuente daño en la economía, daño que justamente por eso es más profundo que en el resto del mundo. Ya podemos hablar de una “cuarenterna”.

Entonces, en este doble desafío de volver a la normalidad post COVID 2019 y pre gobierno “setentista”, se deberían corregir distorsiones previas y promover un clima de negocios que haga que la recuperación sea no sólo posible sino sustentable y rápida.

Y aquí no hay recetas secretas, es volver a encarar una normalización de la macroeconomía, retomar una senda decreciente del peso del sector público en la economía, financiar ese gasto con una presión impositiva menguante basada en una recaudación genuina con tributos mejor diseñados que fomenten la inversión, no distorsivos para la producción y no a través de emisión monetaria que genera inflación, unificar el tipo de cambio para que los exportadores tanto de bienes como de servicios puedan aprovechar la ventaja cambiaria y las importaciones no sean un colador de dólares en la búsqueda de conseguirlos al tipo de cambio oficial, volver a insertarnos en el mundo, seguir con los esfuerzos para poner en marcha el acuerdo Mercosur-UE y establecer nuevos, salir del default para recibir financiamiento barato que nos ayude a salir lo más rápido posible, continuar con la inversión en infraestructura de transporte (ferrocarril e hidrovías) y la rebaja gradual de impuestos provinciales distorsivos; factores ambos que permiten aumentar la competitividad de nuestras economías regionales.

En cuanto a la relación fiscal con las provincias, el Gobierno debe retomar la agenda de lograr un país más federal, además de revertir la práctica de giros discrecionales a provincias según el signo político y retornar a la mayor automaticidad y participación récord de las provincias en la recaudación tributaria nacional al que se había arribado al promover un federalismo fiscal inédito en la historia argentina.

Todo este conjunto de medidas y acciones ya se estaban encarando hasta 2019, antes de la pandemia. La destrucción de la economía que provoca la cuarentena interminable requeriría de un mayor empeño en algunas, como la reforma laboral y la facilitación de trámites y burocracia para la creación de empresas, el alivio de carga fiscal, facilidades tributarias y previsionales y la recuperación del crédito (local e internacional). Ya antes del coronavirus Argentina era de los países con menor cantidad de empresas por cada mil habitantes de la región. Reconstruir el tejido productivo, regenerar firmas y crear nuevas para no sólo detener la destrucción de empleo formal sino para vigorizarlo es el mayor reto que enfrentamos.

Si el gobierno hace algo de todo esto la recuperación podrá venir en forma de logo de Nike o V de victoria; si no, el destino que nos espera es en forma de L de losers.

Félix Piacentini es economista.

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: