Patricia Bullrich, ex Ministra de Seguridad de la Nación y actual presidente del PRO, accedió a entrevistarse con Republicana.
¿Por qué cree que el ex presidente Macri la propuso para presidir la fuerza política que fundó?
Mi llegada a la presidencia del PRO fue decidida en una reunión de todos los presidentes de distritos con la mesa del PRO en donde consensuaron esta posibilidad: para mi fue un honor y una enorme responsabilidad tomar ésta tarea. Es difícil hablar de uno mismo, pero creo que se tomó en cuenta entre otras cosas mi experiencia política, sumada a mi desempeño a conciencia durante los 4 años al frente del Ministerio de Seguridad de la Nación.
Pero no sólo fue haber hecho las cosas bien, sino además se suma mi claro posicionamiento frente a los valores que defendemos desde el PRO, ideas con la que me identifico claramente, como el respeto a la República, la libertad, la defensa de la institucionalidad argentina, el sometimiento a la ley, y la oposición a los superpoderes. Me han dado ésta tarea para que construya, que trabaje para que el PRO crezca, porque si el PRO y Juntos por el Cambio crecen, entonces crece la posibilidad de que el equipo progrese. Si cada uno apuesta a su proyecto individual, el espacio no prospera. Se trata de organizar el PRO, hacerlo crecer, organizar la mayor cantidad de representación -que nos va a venir bien a todos-, y convivir democráticamente en todo lo que es hoy nuestra coalición. El PRO no es un proyecto unipersonal, debemos trabajar desde la organización para que crezcan los liderazgos. Hay un montón de gente interesada en que esa visión continúe. Es necesario que el PRO y Juntos por el Cambio sean percibidos por la sociedad como la fuerza capaz de trabajar para reconstruir un país que ya lleva sufriendo demasiado, y que nadie lo haga a título personal, sino en representación de una fuerza que existe, que sueña y que peticiona.
El presidente Fernández ha convocado nuevamente al diálogo, ¿le resulta creíble?
El presidente ha expresado su búsqueda de consenso, de dejar atrás la grieta, pero después entra en contradicción con declaraciones como su discurso del 9 de julio, en las cuales prometió “terminar” con los “odiadores seriales”. Como ya señalé hace poco, debe pensar dos veces antes de acusar de violentos a los opositores, porque cuando se es presidente hay que tener extremo cuidado con las palabras que se eligen para hacer referencia a los opositores: es muy corta la distancia entre el verbo y la acción. También se contradice con sus acciones. Hace unas semanas el presidente Fernández dijo que las ideas de intervenir empresas eran ideas locas, que estaba cansado de oír a los que decían que iba para el lado de Venezuela, y dos semanas después, lo hace con Vicentín. El Gobierno convoca al diálogo, pero desde la dirigencia de Juntos por el Cambio le hemos solicitado en reiteradas ocasiones reunirnos con él, sin respuesta alguna. Desde el oficialismo se insiste con la necesidad del consenso, pero respondió que “no es el momento” al pedido que realizaron dirigentes de la oposición, la academia, la religión y el sindicalismo para conformar una mesa de diálogo con el objetivo de alcanzar consensos para enfrentar la crisis que dejará la pandemia de coronavirus. A Alberto Fernández no le gustan la críticas, pareciera que sólo puede o quiere dialogar con los que están en su sintonía. Hasta ahora queda demostrado que falta voluntad para implementar un plan de coincidencias mínimas. Nosotros buscamos permanentemente esa unión de los argentinos, y también pretendemos que se gobierne con la Constitución Nacional, para el Estado de Derecho, y respetando el pluralismo y la tolerancia cimentados en hechos.
A menudo se cuestiona una supuesta falta de reacción de la oposición frente a los avances y atropellos del oficialismo. Me gustaría preguntárselo al revés: ¿qué puede hacer el ciudadano común contra esos avances?
El ciudadano común debe participar y no tener miedo, debe sumarse a la oposición para oponerse y no permitir los excesos que el gobierno intenta llevar adelante. Yo percibo que la gente cada vez participa más de forma activa en los espacios políticos. La gente debe acercarse y organizarse, generar representación, representar y hacer crecer el 40 por ciento de ciudadanos que nos votaron, para trabajar así en una oposición responsable.
¿Qué diferencias hay entre Alberto y Cristina, si es que las hay?
La presidencia de Alberto Fernández tuvo un precio, el cual fue prometerle a Cristina Fernández de Kirchner que le iba a solucionar sus problemas judiciales. Es evidente que hay un acuerdo, y que Cristina presiona para que ese acuerdo se cumpla. Yo creo que la Vicepresidenta sigue en su plan de garantizar impunidad. La duda de quien realmente gobierna es acrecentada frente a alguien sin poder ni votos propios. El presidente y la vice se complementan y negocian la gobernabilidad, está claro que comparten el objetivo y el rumbo y que pueden tener estilos distintos, pero son una dupla que se conoce a la perfección. El kirchnerismo tiene los votos y la tropa, ocupando un lugar de relevancia en la toma de decisiones e imponiendo sus características dentro del gobierno. En octubre de 2019, en plena campaña presidencial, Alberto Fernández declaró que “Cristina y yo somos lo mismo”, buscando despejar cualquier diferencia con su compañera de fórmula y rechazando la idea de que pudiera surgir el “Albertismo”.
¿Qué considera que fue lo mejor del gobierno de Mauricio Macri? ¿Qué cree que le faltó?
Los resultados económicos fueron indudablemente negativos. El principal reclamo al gobierno de Cambiemos es el desequilibrio de su programa económico. Pero es muy importante subrayar que se hizo un progreso sustancial durante estos años en obras de infraestructura, en la inserción de Argentina en el mundo, y fundamentalmente en la seguridad y la lucha contra el narcotráfico. Dejamos una democracia más fuerte y sólida, con una prensa más libre. Es muy importante señalar que es la primera vez que un gobierno no peronista y en minoría terminó su mandato: es un gran avance de la democracia. A su vez dejamos un Estado Nacional funcionando mucho mejor que en 2015, con un Indec creíble y profesional. Quisimos que el Estado recupere la seguridad contra los narcos. Cuando llegamos había una sensación de lucha perdida, y se había perdido la cooperación con otros países.
Si uno tuviera que identificar un momento clave durante su gestión al frente del Ministerio de Seguridad, ese sería sin dudas el Caso Maldonado. ¿Cuán importante fue el apoyo del ex presidente Macri a su trabajo para sortear esa crisis?
¡Fue muy importante! Lo primero que me dijo el presidente fue “Buscá la verdad, convencete y defendela”. Me expresó su firme respaldo hacia adentro y hacia afuera. La verdad salió a la luz: desde el Gobierno Nacional nos mantuvimos en un lugar y se demostró que no nos equivocamos. Hubo sectores interesados en construir una versión que no fue. Hubo una construcción para poner al Gobierno en un lugar donde no estaba. Se jugó con volver a lo peor de nuestra historia, que fueron los desaparecidos. Incluso maestros dieron clases sobre este tema y nunca admitieron que se equivocaron.
Tras la marcha del 9 de Julio usted y el diputado Fernando Iglesias fueron denunciados penalmente como instigadores. ¿Siente que es un intento por acallarla?
Lo que siento es que no se soporta el disenso, a quien piensa diferente. Espero que no se vuelva a la lógica kirchnerista del Amigo/Enemigo, donde quien no se somete debe ser destruido porque, según ellos, está en contra de los intereses de la Patria y del pueblo.
La denuncia también puede interpretarse como una advertencia a las personas que fueron libremente a la marcha, ¿sienten que se busca también ese objetivo, amedrentar? ¿Qué puede decirle a todas las personas que hoy sienten miedo de expresar sus opiniones libremente?
Sí, claro, lo veo como un intento de amedrentamiento, pero la gente no debe tener miedo porque como lo venimos haciendo durante mucho tiempo, vamos a estar con ellos defendiendo, cuidando y respetando a las personas honestas. Los ciudadanos deben saber que Juntos por el Cambio trabaja vigorosamente para fortalecer la unidad y seguir siendo la opción a éste gobierno.
Por último, con esa experiencia al frente del Ministerio de Seguridad ya concluida, ¿alguna vez sintió miedo?
La verdad que no. He estado preocupada, pero no me dominó el miedo. Cuando comencé la gestión, tuve la convicción de que los que tenían que tener miedo eran los narcotraficantes, los corruptos, los tratantes de personas, los criminales. El peor miedo debería ser a que las mafias sigan administrando el país, por ello me planté con firmeza en situaciones complicadas, como el caso Maldonado.