LOS PERDEDORES DE LAS PASO

Esta semana se cumplió un año desde que el Frente de Todos arrasó en las PASO de 2019. Aprovechando que ya pasaron doce largos meses, nos parece conveniente, a la distancia, hacer un repaso de los grandes perdedores de esa noche.

Perdió, desde ya, un gobierno que quizás no supo escuchar a tiempo la voz y el hastío de sus gobernados y pagó con ello con la derrota, pero que planteó desde su origen un proyecto de país moderno, insertado en el mundo e inclaudicable en la condena de las dictaduras; un proyecto de país que se propuso, por primera vez desde 1983, pensar qué país querías para los próximos 50 ó 100 años.

Pero también, además del Gobierno y de quienes los votaron aquella noche, en las PASO terminaron perdiendo los jubilados de hoy, que con una manganeta en el Congreso ganan menos de lo que ganarían si hoy estuviese todavía vigente la fórmula de gobierno de Cambiemos. Y todo ese ajuste, cínicamente, en nombre de los jubilados.

Otro que perdió fue el campo, que a fuerza de insultos, rebencazos fiscales y un simulacro caribeño de expropiación hoy tiene que volver a salir a la calle, a las apuradas, y plantarle cara al autoritarismo demagógico. El campo sabe que está primero en la lista para recibir otra vez el zarpazo, por eso se planta. Porque obligado cualquiera da pelea.

No ganaron los empresarios, o por lo menos no ganó casi ninguno, que ahora en el medio de la cuarentena eterna hacen malabares para sobrevivir cada día. Y si al empresariado le va mal, a los trabajadores les va peor: 450.000 empleos se perdieron desde que empezó la cuarentena, que a pesar de las flexibilizaciones sigue más vigente que nunca y siempre amenaza con volver a cerrarse y asfixiarnos a todos.

En las PASO perdió el feminismo, que irónicamente cobró un impulso impresionante gracias a su villano más odiado: Mauricio Macri. Ahora el gobierno de los Fernández se alinea con el Vaticano y el proyecto va al cajón otra vez. ¡Pero tenemos ministerio!

Los que han empezado lentamente a darse cuenta que perdieron también aquella misma noche son los medios de comunicación, ahora que volvieron el dedito, los gritos y los aprietes. Quedará para un escrito de historia contrafáctica elucubrar qué habría pasado si los medios hubiesen sido, quizás, un poco más tolerantes con un gobierno que cometió errores, nadie lo duda, pero apretar periodistas y acallar voces nunca fue uno de ellos.

Aunque sí ganó Baradel (porque los Baradel, aunque no sus representados, siempre ganan con los gobiernos populistas), también perdió la educación pública: ¿qué va a pasar con todos grados? ¿Repetirán? ¿Pasarán de largo? ¿Moratoria? ¿Y los chicos que no tienen internet? ¿Qué pasará con ellos? Eso es lo más triste de este ejercicio: los que perdieron en esas PASO a pesar de no haber tenido la posibilidad de votar a nadie.

Esa noche, por último, terminó perdiendo también la Justicia -y con ella, a la larga, todos nosotros-, que ahora tiene que correr por su vida para que no le cope la parada el garantismo kirchnerista, más afecto a soltar chorros y encarcelar jubilados que a defender a los ciudadanos honestos que todavía quedan, hayan votado a quienes hayan votado.

Pero si en algo se parecen la política y el fútbol es en una cosa: que siempre dan revancha. El partido de vuelta para cerrar la llave que comenzó aquella fatídica noche, esa revancha a todo o nada que, como acabamos de ver, nos involucra a todos, se empieza a jugar este 17 de Agosto. En la calle, como al principio. Ahí nos vemos.

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