TIMBA SI, ESCUELAS NO

Al relato kirchnerista no le asusta la verdad. La verdad es algo maleable, se tuerce martillada una y otra vez a base de falsedades.
Es algo que el partido gobernante aprendió a hacer muy bien a través de los años, y es una metodología que ha encontrado su actor protagónico más acérrimo en el actual presidente de la Nación.

Lo que si asusta al relato, es algo mucho más simple y popular: el humor.

Por eso, al kirchnerismo le duelen columnas como las de Alejandro Borensztein, o los perfiles de Pola Oloixarac sobre funcionarios nacionales; como el que salió el domingo pasado sobre el Minsitro Nicolás Trotta.

Esa fue la espina que hizo que, en vez de poner la mirada en la crisis educacional histórica que estamos viviendo como país, el staff gubernamental, así como su militancia sindical, la pusieran en la creación de un nuevo enemigo: la ministra de educación porteña Soledad Acuña.

Acuña, hizo una descripción osada y valiente de las falencias del sistema educativo y que para muchos explican- en una pequeña parte-el descenso de la calidad educativa que se viene manifestando en las últimas décadas.

Más allá de las reacciones teatrales de los sindicatos-que son los que militan la clausura de las escuelas- sobre una supuesta “estigmatización” de los docentes. Lo que más molestó al gobierno y a sus aliados de las palabas de la ministra, fue el llamado a terminar con el adoctrinamiento en establecimientos educativos.

No es nuevo el contrabando ideológico en las escuelas, ni es una creación del kirchnerismo, sino que encuentra ejemplos a través de la historia en cada gobierno autoritario.

El problema no es la militancia, que es algo democrático y hasta luminoso para las sociedades cuando se da en los jóvenes, el problema es cuando esa militancia es impuesta por quienes tienen la responsabilidad de enseñar. Entonces ya no es militancia sino adoctrinamiento. Allí reside la diferencia.

El polvo que levantan estas discusiones en la dimensión paralela de las redes sociales, cubren algunas interrogantes sin responder: ¿Porqué los lideres gremiales están en contra de la apertura de escuelas?

¿Será que para los gremios es más fácil justificar su inacción ante los magros salarios docentes con las escuelas cerradas?

Mientras se diluyen las perspectivas de futuro y la salud psíquica de los jóvenes, la esencialidad de los casinos hiere de muerte a la moral de la patria.

El gobierno apura el entretenimiento, el fútbol y la timba y hace oídos sordos a las palabras de Sarmiento: “todos los problemas son problemas de educación”

La crítica a la militancia docente también destapa otra olla inesperada: en épocas de elecciones, en aquellas escuelas en donde el contralor de la democracia no llega, los docentes hacen las veces de autoridades electorales.

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