REVISTA REPUBLICANA: ¿Qué cree que cambió en nuestro país a partir de la asunción del gobierno de Fernández ? ¿Cuáles de estos cambios cree que son consecuencia de la pandemia y cuáles lo son por la naturaleza del partido gobernante?
AUGUSTO SALVATTO: Argentina profundizó en el último año un largo proceso de recesión y estancamiento, en parte por la pandemia, como sucedió en todo el mundo, pero también por errores propios vinculados a la gestión, o más bien a la ausencia de gestión. Si el gobierno de Cambiemos falló haciendo política, el Frente de Todos padece un llamativo déficit en la gestión.
Hasta el momento vemos un gobierno con una agenda del siglo XX, con la que intenta gobernar en uno de los momentos más complejos del siglo XXI.
RR: ¿Cuáles cree que son las principales características del gobierno que generan desconfianza en los inversores externos?
AS: En principio tenemos que decir que la desconfianza no es solo en el gobierno argentino, sino en Argentina en sí. Nuestro historial de incumplimientos en los pagos de la deuda externa y el cambio constante de las reglas de juego, ponen a Argentina como un país poco confiable. Las inversiones no nos hablan tanto del presente sino más bien de la perspectiva de futuro, y la confianza en el futuro de argentina es baja.
Un ejemplo clarísimo es lo que se hizo con la ley de economía del conocimiento: Se había votado por unanimidad en el Senado en julio de 2019, y en diciembre el gobierno decidió unilateralmente ir para atrás con la aplicación, tardó dos meses en presentar un nuevo proyecto, otros cuatro en aprobarlo en Diputados y tres más en pasarlo en Senado otra vez. En total, diez meses de incertidumbre donde las empresas no sabían cuántos impuestos tenían que pagar. Nadie elige jugar un juego donde el dueño de la pelota te cambia las reglas a cada rato.
Somos un país con un gran potencial y el mundo lo sabe. Por eso, si generamos las condiciones apropiadas, las inversiones van a volver.
RR: ¿Por qué cree que hay una tendencia de los jóvenes a imaginar su futuro fuera de Argentina ?
AS: Por el mismo motivo por el que no vienen las inversiones: somos un país obsesionado con el presente y sin mirada de futuro. La nuestra, a diferencia de otras, es una generación que casi no tiene algo en qué creer, y creció con el relato de que este país es inviable y no tiene salida. Sumado a que hay un fenómeno que se da en todo el mundo y que tiene que ver con que la movilidad laboral es algo cada vez más fácil.
El gran desafío de los países en los próximos años será generar condiciones para retener el talento y el capital humano, en lugar de expulsarlo.
RR: ¿Cuál es el impacto de la grieta para usted en la cultura argentina ?
AS: La polarización es un fenómeno presente en todas las sociedades del mundo. Sin embargo, en el caso de Argentina, absolutamente cualquier elemento del discurso público es “engrietable”, es decir que admite dos posiciones irreconciliables al estilo River-Boca, y eso estanca a las sociedades donde ocurre.
La democracia se trata de consensos y acuerdos. La grieta solo es funcional a aquellos dirigentes que no tienen otra cosa mejor para mostrar que su oposición al otro bando. Eso dice mucho de la política argentina actual.
RR: ¿Qué piensa sobre el revisionismo histórico permanente de los gobiernos ?
AS: Cuando los gobiernos se meten demasiado con la historia, la sociedad tiene que tener cuidado, porque lo más probable es que intenten usarla para un beneficio partidario inmediato. La apropiación partidaria del ejercicio colectivo de recordar genera el efecto contrario al que se busca con las políticas de memoria histórica.
RR: ¿Cuáles cree que son los temas que están presentes en la agenda internacional pero ausentes en el debate en nuestro país ?
Probablemente esta sea una selección arbitraria, pero la incorporación de la tecnología a los procesos productivos, la capacitación de la población en las habilidades del futuro, tanto digitales como habilidades blandas, y el replanteamiento del mundo del trabajo son discusiones que brillan por su ausencia en Argentina. O mejor dicho, que son abordadas desde una perspectiva totalmente anacrónica, pensando más en términos del siglo XX que del siglo XXI.
Un ejemplo claro es lo que ocurre con la educación. Discutimos paritarias, pero no discutimos como vamos a capacitar a los niños que hoy ingresan a primaria, y que van a ser la fuerza laboral de Argentina hasta 2080.