REVISTA REPUBLICANA: Elisa Carrió adelantó que el bloque de diputados de la Coalición Cívica impulsará el juicio político a Cristina Kirchner. ¿Cómo analiza esta iniciativa de Carrió?
SABRINA AJMECHET: Cuando se llega a judicializar la política estamos, justamente, ante la muestra del fracaso de la política. La política tiene otros medios para solucionar sus problemas. Cuando hay que meter al Poder Judicial en el medio, si bien es constitucionalmente posible hacerlo, por lo que no me parece ni grave ni escandaloso, lo cierto es que sí es algo negativo.
En este sentido, creo que sería mucho más virtuoso vivir en una sociedad en la que una persona que tiene las causas judiciales que tiene Cristina Fernández de Kirchner, no llegue a ser vicepresidenta. Y que, por lo tanto, no suceda que un vicepresidente, impulsado por intereses personales, redacte una carta como la que se difundió en los últimos días, en la que se plantea como modelo virtuoso una política que tiene control sobre el Poder Judicial. Es decir, una carta que va en contra de los valores republicanos de la división de poderes.
En ese sentido, me parece que la movida de Carrió termina siendo interesante. Primero, porque hace algo y da respuesta a una imagen generalizada de que la oposición está haciendo poco; y segundo, porque pone en la discusión pública lo problemático que es un discurso en el que se cuestiona, desde lo teórico incluso, la división de poderes.
La Argentina este año está retrocediendo, está dando discusiones que parecían saldadas, como la de la propiedad privada con Vicentín o con la toma de tierras. Ahora se da otra sobre la virtud de la división de poderes. Me parece que lo de Carrió es una movida inteligente, de una dirigente inteligente, que sabe imponer agenda. Pero, como dije al comienzo, es una muestra del fracaso de la política Argentina.
RR: Aún le quedan 3 años más de mandato a Alberto Fernández , sin embargo, su imagen parece muy desgastada y mantiene una lucha con un frente interno muy complicado. ¿Cree que Fernández podría llegar a necesitar de la oposición más de lo que hubiera pensado? ¿Cómo se imagina su relación con la oposición para los años que vienen ?
SA: El 10 de diciembre del 2019, cuando Alberto Fernández asumió como presidente y dio un discurso en el que puso como su objetivo el de la moderación, el de gobernar para todos los argentinos y el de conversar con quien piensa diferente, hubo cierta ilusión en algunos sobre un presidente kirchnerista con otro modo de hacer las cosas. Los más optimistas pensaron en el comienzo de una suerte de “Albertismo”, que se diferenciara de la beligerancia cristinista. Este año se ha demostrado que esto era una ficción.
Alberto Fernández no ha hecho absolutamente nada para acercarse a los sectores opositores o a la ciudadanía que piensa diferente a él. La máxima prueba la hemos tenido en la pandemia. El virus podría habernos unido a todos los argentinos, así como sucede con las guerras, que unen a toda una nación contra un enemigo externo. Sin embargo, Alberto Fernández, con una ciudadanía que le llegó a mostrar niveles de apoyo altísimos y con una oposición, que en un comienzo se mostró muy colaborativa, desaprovechó esa oportunidad de unión nacional. Planteó que, por un lado, estaba el gobierno que quería cuidar la salud y la vida de los argentinos, y, por otro lado, estaban los especuladores, la oposición y aquellos que demandaban una mayor apertura. Lo que hizo Alberto Fernández fue demonizar a aquellos que pensaban diferente.
No tengo expectativas de que la relación de Alberto Fernández con otros sectores de la oposición mejore en el futuro. Al contrario, se vienen épocas electorales y al día después de las legislativas ya empieza la discusión sobre la elección presidencial. Me parece que se va a radicalizar el conflicto con la oposición y que, posiblemente, también lo oposición se empiece mostrar más dura de lo que se ha demostrado hasta ahora.
RR: Pareciera que Juntos por el Cambio está endureciendo sus posturas. ¿Lo ve así? ¿Cree que el ala más dialoguista está reconsiderando su estrategia ?
SA: En la coyuntura actual, la oposición tiene dos juegos diferentes. Uno tiene que ver con aquellos que son gobernadores -o el jefe de gobierno- y que en la actualidad tienen que llevar adelante ciertas negociaciones con el gobierno nacional. Las provincias son muy dependientes y se ven obligadas -por el modelo de federalismo argentino- a sentarse en una mesa de negociación. Esto hace que muchas veces cueste ver diferencia entre el actuar de un gobernador oficialista o de la oposición, ya que todo se ven obligados a acordar con el poder nacional. A quién menos le sucede esto, por la riqueza de su distrito, es al jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Quien, a partir de su impronta personal, su forma de hacer política y su deseo de no profundizar el conflicto intentó al comienzo de este año tener una relación buena con Alberto Fernández. Apostó a eso, pero le costó mantenerlo después del punto de quita de la coparticipación y las discusiones sobre la partida de la policía local. Larreta se vio obligado a abandonar su actitud dialoguista. De todos modos, a mí me parece que, en gran parte de la ciudadanía, hay una demanda para que Juntos por el Cambio se muestre más clara y activamente como oposición.
Decía que había dos juegos, uno el de los gobernadores y el otro es el de los representantes legislativos. Este fue un año muy irregular en el Congreso, con una dinámica de sesiones problemáticas debido a la cuarentena y la modalidad online. Si bien el gobierno no tiene mayoría propia, sí se las ha ingeniado para lograr quorum y hacer ley sus proyectos más importantes. En este sentido, por la forma en la que está conformada la Cámara de Diputados y la de Senadores, en muchas ocasiones la oposición de los representantes de Juntos por el Cambio se limitó a marcar las posiciones políticas propias pero sin tener la capacidad para impedir que se sancionaran iniciativas muy polémicas.
Por eso las elecciones legislativas del año próximo son muy importantes. La oposición tiene que renovar una muy buena elección, la legislativa de 2017 y es fundamental que en ambas Cámaras aumente su representación. Hoy existen más opositores al gobierno de Alberto Fernández que “cambiemitas” o que votantes de Juntos por el cambio. Es importante que Juntos por el Cambio recoja a todos esos opositores para poder ganar las siguientes elecciones. Si me preguntás a mi, las estrategias son todas y simultáneas. JxC es una fuerza catch-all y así como el kirchnerismo convive con Frederic y Berni, JxC también tiene que contener a sectores más progresistas y otros más conservadores, a algunos más dialoguistas y otros más firmemente opositores. Para eso existe un buen elenco de dirigentes, cada uno con sus características particulares, que puede hacer esta tarea posible.
RR: Por último. Durante los años del kirchnerismo en el poder se ha dado un revisionismo histórico y una construcción de relato sobre la historia muy fuerte. ¿Cómo analiza esto y qué influencia cree que tendrá para las nuevas generaciones
SA: Durante los últimos años, el kirchnerismo trabajó en la construcción de un relato, de una forma de contar la historia argentina, que no tiene demasiado que ver con los hechos que ocurrieron. El interés que tuvieron fue el de hacer un uso político del pasado: utilizar figuras y hechos de nuestra historia para tratar de dar discusiones en el presente. Su modelo político fue el de la grieta, el de la lógica amigo/enemigo y, en este sentido, buscaron un pasado argentino que se definiera a partir del clivaje “unos contra otros”: podía ser unitarios contra federales, rosistas y antirosistas, yrigoyenistas/antiyrigoyenistas, patria/vendepatria, pueblo/oligarquía. Iba cambiando a lo largo del tiempo pero siempre se guiaban por la lógica de uno contra otros, unas fuerzas del bien que se enfrentaban a otras que eran las fuerzas del mal. El interés concreto del gobierno era el de la pelea de Clarín con el gobierno o luego la del campo con la 125. Los acontecimientos de ese momento fueron reconstruidos con la épica del pasado. Y lograron instalar un sentido común.
Es particularmente grave que muchos argentinos jóvenes han ido al colegio, se han formado durante estos años del kirchnerismo y esa es la mirada que tienen de nuestra historia. Su construcción simbólica es el sentido común del kirchnerismo, por lo que tienen una idea muy parcial y, sobretodo, facciosa sobre cómo ha sido nuestro pasado.
Una anécdota pequeña, pero que me parece que ilustra bien esto: hace poco escribieron una tesis de maestría que planteaba que las políticas de condena a las violaciones de derechos humanos de la dictadura militar comenzaron con Néstor Kirchner. Esto reflejaba algo que había dicho el Néstor Kirchner, cuando en la ESMA pidió perdón a los argentinos porque según él “el Estado nacional no había hecho nada” para reparar los crímenes de lesa humanidad, omitiendo dos acontecimientos fundantes de nuestra democracia, como la CONADEP y el Juicio a las Juntas. Y esto llegó a una tesis de posgrado, hasta ahí se impregnó un imaginario en donde se borró lo que sucedió antes. Con lo cual, si esto llegó a una tesis de posgrado, tenemos que entender que fuera de ese microclima hay gran parte de los jóvenes argentinos que realmente compró esa idea que construyó el kirchnerismo sobre nuestro pasado. Y este es solo uno de los temas puntuales, podríamos pensar en muchos otros.
Por eso resulta fundamental y absolutamente necesario revisar ese relato y construir uno más inclusivo, que no borre selectivamente parte de la historia. Que genere realmente una posibilidad de un acercamiento crítico para quienes la escuchan, para quienes la aprenden. Lamentablemente es una cuestión central y el gobierno de Cambiemos no le prestó demasiada atención. Fue un enorme error porque, hasta que no se discuta la visión que sobre el pasado nos legó el kirchnerismo, lo que va a suceder es que no vamos a poder construir un futuro diferente. El peronismo es enormemente eficaz creando narrativas identitarias que los ayudan a legitimar a sus gobiernos, hay muchísimo para aprender de ellos.