REVISTA REPUBLICANA: Pasó un año muy complicado con respecto a la industria del cine. ¿Cómo ves la situación
del cine a partir de la irrupción de la pandemia en el mundo y particularmente en
Argentina?. ¿Cuáles crees que son los desafíos?
JUAN VILLEGAS: La sensación que tengo, más allá del cine, es que la pandemia vino a acelerar procesos que ya se estaban dando. No creo que el mundo haya cambiado tanto -o vaya a cambiar a partir de ahora- como consecuencia de la pandemia, sino que los cambios que ya se estaban dando lentamente se están haciendo visibles. En el caso particular del cine, y sobre todo en el cine argentino, yo venía percibiendo una polarización muy extrema entre dos formas de concebir las películas vinculadas a la producción: los grandes tanques, incluyendo cierto cine de autor, por un lado; películas muy pequeñas, casi artesanales, por el otro. Y lo que estaba en crisis era la producción media, sobre todo aquellas películas con búsquedas autorales y cierto afán de novedad estética, con riesgo comercial, pero que requerían una inversión financiera importante y un esquema de producción de tipo industrial. La pandemia aceleró la crisis de ese modelo. Obviamente, eso no es bueno, porque esa franja de producción es fundamental para el desarrollo del cine argentino. Pero tampoco me gusta lamentarme y quejarme acerca de lo inevitable. Si eso está en crisis, será porque el mundo cambia y habrá que adaptarse a esa nueva realidad. En cuanto al lenguaje del cine, a lo estético, yo lo veo como una gran oportunidad para desarrollar un cine artesanal de calidad y salir a encontrar un público y espacios para exhibir nuevos. Y esto está vinculado a la producción, porque al tratarse de producciones más económicas la expectativa de recuperación económica sería menor y no hace falta recurrir a las fuentes de financiación tradicionales, tanto en la etapa de desarrollo de los proyectos como en la comercialización cuando la película está terminada.
RR: Desde hace tiempo, se viene hablando sobre aplicar un impuesto especial a las plataformas de streaming para apuntalar el fomento al cine nacional. ¿Qué pensas sobre eso?
JV: Estoy de acuerdo, pero creo que es un error pensarlo como un impuesto especial o como un impuesto nuevo. Al contrario, es seguir la lógica y el espíritu de la ley de fomento al cine vigente, que fijaba un impuesto para las bocas de exhibición que en el momento de la promulgación de la ley existían. Es decir: cine, televisión y alquiler de videos. Hoy, cada vea más, la exhibición se está volcando hacia las plataformas, por lo que tiene sentido que se cobre un impuesto ahí. La forma legal y técnica para implementarlo me excede, pero estoy convencido de que es pertinente. Yo entiendo perfectamente que para el público es muy molesta la propuesta de pagar impuestos por el uso de servicios que le dan un poco de recreación en un contexto tan difícil como el que vivimos. Pero creo que hay que hacer entender que nos e trataría de un nuevo impuesto, sino de trasladar lo que han dejado de pagar en otros lados.
RR: ¿Cómo evalúas la respuesta del INCAA en la pandemia ?
JV: Yo tengo respeto y confío mucho en la buena fe, los conocimientos, la experiencia y la honestidad de los que están conduciendo el INCAA. Dicho esto, creo que la respuesta ante la pandemia fue muy escasa, sobre todo en el 2020.
Este año empezó con una actitud de mayor y mejor comunicación con todo el sector, con propuestas más concretas y con un funcionamiento más efectivo en lo que tiene que ver con la administración. Pero más allá de la pandemia, creo que hace falta volver a preguntarse cuál debería ser la función del INCAA, modernizar su funcionamiento, idear formas más creativas de fomento y mejorar la gestión administrativa. El año pasado yo sentí que se perdió una oportunidad para que se genere un verdadero debate en este sentido. Con la producción parada, era el momento ideal para hacerlo.
RR: ¿Qué conclusiones sacás sobre el BAFICI de este año?
JV: Me dio mucha alegría que se haya podido hacer. Yo tengo una relación personal y afectiva con el festival y lo voy a seguir defendiendo siempre. Creo que la modalidad mixta -funciones presenciales en salas, funciones al aire libre y funciones online- fue una muy buena idea y anduvo muy bien. Hacer un balance sobre la calidad de la programación es difícil, porque a pesar de que vi varias películas mi recorte va a hacer muy pequeño frente a todo lo que se muestra. Pero yo no creo que a un festival de cine haya que juzgarlo por la cantidad de películas buenas o malas que tiene, sino por la voluntad de generar un espacio de discusión sobre el cine y ofrecer aquello que está escondido o negado por otros. Y eso el Bafici lo sigue haciendo muy bien.
RR: Hablemos un poco de tu libro. ¿Cómo impacto su publicación en tu vida ? Cambió de alguna forma la dinámica de tus vínculos ?
JV: No cambió mucho. Me siento más liviano, como si me hubiera sacado cierto peso de encima. Pero eso es algo que siento internamente, no en la forma en que me vinculo con los demás cuando se trata de la discusión política. Me doy cuenta de que en general sigo callando o hablando en los mismos lugares en los que callaba o hablaba antes. Me siento más libre y lanzado en mis opiniones en los espacios públicos. Por ejemplo en mis intervenciones en twitter o en las notas que estuve escribiendo para la revista Seul, pero no tanto en los ámbitos privados. Ahí hay algo que no termino de resolver, me sigo sintiendo incómodo en ciertos ámbitos en los que mi posición política no es aceptada por la mayoría.
RR: La grieta separa a dos mundos que no dialogan. ¿Crees que el libro buscó ese diálogo de alguna forma?
Las tres largas conversaciones que se incluyen en el libro tenían esa búsqueda. Intentaba demostrar que es posible una discusión con aquellos que votan distinto, sin caer en la agresión personal, en la trampa discursiva o en el abroquelamiento mental. Pero sí creo que esa discusión es posible si hay un pacto previo, aunque sea tácito, de ciertos acuerdos mínimos. Una discusión es posible solamente si hay puntos de consenso previos importantes. Posiblemente, la grieta siga existiendo porque cada vez es más difícil encontrar esos acuerdos mínimos. Siempre escuchamos esa idea de que “todos queremos lo mismo para el país”. Bueno, a veces dudo de eso. No sé si queremos lo mismo. Y no se trata solamente de que cada lado de la grieta propone caminos diferentes para un mismo objetivo, sino que el fin que se piensa para el país es muy distinto. Y ahí un problema.
RR: Por último. ¿Viste el video del otro día los artistas en contra del proyecto del gobierno de la ciudad sobre la costanera ? ¿Qué te pareció ?
JV: Tuve una sensación (aunque acepto que puede ser un prejuicio) de que ninguno de ellos sabía realmente de qué se estaba hablando. Yo confieso que no conozco en detalle el proyecto de la ciudad, por lo que no me atrevería a apoyarlo y defenderlo, pero también siento que hay una oposición automática de algunos intelectuales y artistas frente a toda propuesta que venga de funcionarios que pertenecen a Juntos por el Cambio. Es una oposición automática que se basa habitualmente más en el prejuicio ideológico que en la realidad de los hechos, una actitud muy conservadora que se niega a priori a cualquier posibilidad de cambio y modernización.
Juan Villegas, Director de cine, guionista y autor de “Diario de la grieta”.