REVISTA REPUBLICANA: Estamos a una semana de las elecciones. Mucha gente parece decepcionada con la política. ¿Qué mensaje tiene para esa gente ?
SABRINA AJMECHET: Estamos a una semana de las PASO y es la primera oportunidad en la que los ciudadanos argentinos vamos a expresar en las urnas qué nos parece el gobierno de Alberto Fernández. Estamos todos muy golpeados: venimos de un año y medio en el que estuvimos encerrados, en el que murieron familiares y amigos, en el que se perdieron puestos de trabajo, desaparecieron pymes y dejaron a nuestros hijos sin un año de escuela -y ni hablar de los no viven en CABA y que aún hoy siguen sin clases en tantas provincias. La política se metió en nuestras vidas como nunca antes y no la hizo mejor. ¿Cómo no estar decepcionado? Pero también veo que empieza a surgir una esperanza: nos podemos expresar con nuestros votos y vamos a condenarlos, vamos a poder decirle basta a quienes vienen atropellando nuestros derechos y libertades. Eso es muy poderoso y abre el camino para el futuro. El próximo domingo vamos a elegir a la mitad de los diputados que estarán en la Cámara en el 2023, a quienes necesitamos para llevar adelante las importantes reformas que el país necesitan. Mi mensaje es que no existe mejor herramienta que la política y que nos va a ir muy bien porque somos un montón los que queremos un país diferente al que gobierna Alberto Fernández
RR:¿Cómo ve al oficialismo luego del Olivosgate?
SA: Este es el peor gobierno democrático de la historia. No hay otro gobierno que se haya autopercibido tan claramente como una casta con privilegios alejada de los derechos y obligaciones del resto de la sociedad. El gobierno se equivocó de época para actuar así: no es el Antiguo Régimen, es la política democrática y existen celulares, fotos y redes sociales. Este gobierno cree que no tiene que dar el ejemplo y, desde mi perspectiva, lo van a pagar muy caro. Alberto moderado no existió nunca: su modelo fue desde el comienzo la Formosa de Insfrán y es la maestra adoctrinadora de La Matanza. Es un proyecto que se choca con el deseo de tantos argentinos de vivir con libertad, de poder laburar tranquilos, de que se cumplan sus derechos constitucionales.
RR: Algunos temen una radicalización del gobierno para los próximos dos años. ¿Cree que es una preocupación real ?
SA: Todo depende del resultado de las elecciones. El gobierno se quiere radicalizar desde el día que asumió: lo que lo impidió hasta acá fue la calle -movilizaciones como Vicentín- y el Congreso, frenando proyectos como el de la reforma judicial. Es muy importante que Juntos por el Cambio tenga más de 120 diputados porque sino el oficialismo podrá pasar todas las leyes que quiera, el Congreso funcionará en la práctica como una escribanía y a la oposición solo nos quedará hacer nuestras intervenciones para las actas taquigráficas. Pero confío en que esto no va a suceder: a Juntos por el Cambio le va a ir muy bien y vamos a ponerle un freno a la voluntad hegemónica y unanimista del kirchnerismo.
RR: ¿Qué piensa cuando se critica a María Eugenia Vidal por no haber estado más presente durante el año pasado?
SA: María Eugenia dio explicaciones y respondió todo lo que le preguntaron. Me parece que fue un acierto durante un tiempo elegir un perfil bajo, dedicarse al mundo privado -aún cuando nunca dejó de recorrer. Le dio un tiempo al gobierno de la provincia para hacer su trabajo y, luego de transcurrido un año y medio, se encontró con la realidad que está hoy mostrando en todos los medios y que la lleva, una y otra vez, a entender que lo que tenemos que hacer es decirle “Basta” a este gobierno que está arruinando la provincia y arruinando el país.
RR: Por último. ¿Cree que hay una “batalla cultural”? ¿Considera que es importante ese debate?
SA: Las mamis del chat que lucharon por la presencialidad muestran que hay una batalla cultural y que cuando trabajamos unidos sociedad y política nos va bien. El gobierno militó las escuelas cerradas pero fuimos las familias que leimos, que nos informamos, que retransmitimos esa información y que, mientras nos llamaban asesinas, respondíamos con paciencia y datos que las escuelas tenían que abrir. Esa fue la madre de las batallas culturales: algunos medios estaban en contra, el gobierno nacional estaba en contra y habÍa familias que no querían saber nada porque les metían miedo todo el tiempo. La batalla cultural hace transparente la existencia de dos proyectos de país. Durante muchos años se destinaron mucho dinero y recursos en mostrar como única la visión del kirchnerismo. De forma inorgánica, a partir de muchos individuos que empezamos a levantar nuestras voces, esta mirada sobre la Argentina está siendo desafiada y se recuperan valores que nos representan a nosotros: la Argentina multicultural receptora de inmigrantes que llegan a nuestra tierra y tienen un futuro mejor. ¿Qué se desprende de esa narrativa? El esfuerzo, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de una vida mejor para nuestros hijos. Hay que imponer en el siglo XXI la Argentina de “mi hijo el doctor”, el hijo que supera en expectativas y realidad a las generaciones que lo preceden.