Está de moda hablar de la deuda nacional: el kirchnerismo la usa como caballito de batalla para su repetitivo mantra “Ah pero Macri”, para luego entrar en discusiones un poco pantanosas entre economistas con gráficos complejos para ojo del lector común y corriente. El kirchnerismo miente, claro, porque conoce de tergiversar la verdad como ningún otro y se atribuye un desendeudamiento que no fue tal. Todos sabemos que si gastamos mucha más plata de la que tenemos, un día llegará el choclo de la tarjeta y alguien tendrá que pagarlo. Eso fue un poco lo que pasó con el famoso déficit fiscal del kirchnerismo, además de otras obligaciones que nunca se cumplieron, entre ellas, la famosa deuda de coparticipación a las provincias y compromisos internacionales que quedaron pendientes. Pero la idea de esta nota no es caer en un debate de economistas.
Lo cierto, es que la verdadera deuda -la que más duele a los argentinos- es otra y tiene que ver con la debacle reciente de la argentina.
El kirchnerismo gobernó 14 de los últimos 18 años. En todo ese tiempo pasaron cosas graves y de difícil solución: una parte importante de la población se hizo adicta a los planes sociales, y hoy, difícilmente pueda reincorporarse al mundo laboral. Además, luego de todo el viento a favor de de los primeros años del modelo con la soja a precio récord, más de un 40% de los argentinos actualmente es estructuralmente pobre.
Facilitaron la penetración del narco y la droga en el país, desmantelando la seguridad de las fronteras sistemáticamente y dando vía libre al delito. Durante los años de Aníbal Fernández-gestión anterior- aumentó de manera desorbitante el ingreso de efedrina. Hoy vemos las consecuencias en la ciudad de Rosario y en el conurbano bonaerense.
Pero eso es solo un parte, también lograron que el mundo nos vea como una seudo república corrupta, sin justicia y sin libertad. Provocaron la división de los argentinos. Persiguieron a periodistas. Se apropiaron de causas nobles y las convirtieron en nidos de corrupción. Impusieron un garantismo como doctrina judicial convirtiendo a los delincuentes en víctimas y a las verdaderas víctimas, les negaron la justicia. Naturalizaron los cortes de calles por cualquier cosa, la desorganización de la vida cotidiana de la que tanto le gusta hablar a Cristina. Llenaron de impuestos a los trabajadores para sostener una farsa insostenible que hoy hace teclear al sistema previsional argentino.
Empobrecieron a los jubilados y los dejaron morir esperando que la justicia les dé la razón sobre sus aportes de toda la vida. Jugaron con nuestra salud durante la pandemia por cuestiones ideológicas y avasallaron nuestros derechos con un encierro medieval. Se vacunaron entre amigos y violaron la cuarentena que ellos mismos impusieron. Prácticamente, convirtieron al Estado en una asociación ilícita a partir de la cartelización de la obra pública entre sus socios y testaferros. Nos asociaron con las peores dictaduras del mundo. Demolieron la confianza de los inversores y la credibilidad del país. Empujaron a nuestros jóvenes a querer irse a buscar su futuro en algún otro lugar. Cerraron las escuelas haciendo una bandera de eso. Y tantas otras cosas.
La verdadera deuda la tiene el kirchnerismo, que en 14 años destruyó a un país. Los gráficos de barras quedan cortos para explicar esa deuda y la discusión entre economistas se vuelve anecdótica. Las palabras no alcanzan para explicar ese proceso de demolición.