La interna del PRO a nivel nacional está más caliente que nunca. Por un lado, Patricia Bullrich, decidida a pelear por la presidencia. Según allegados, la dirigente estaría convencida de que este podría ser su último tren para llegar al cargo máximo; por el otro, Horacio Rodriguez Larreta, obsesionado con la presidencia desde la niñez, cuentan quienes lo conocen desde hace muchos años. Los dos pelean por el mismo botín: ocupar el sillón de Rivadavia.
Los tironeos cada vez son peores., El periodista Ricardo Benedetti, hace poco, dejó trascender una conversación entre ambos dirigentes en la que Rodriguez Larreta le habría dicho a Bullrich que él ya contaba con los 100 millones de dólares necesarios para su campaña presidencial y a lo que la presidenta del PRO habría respondido: “yo tengo solo dos millones e igual te voy a romper el…”.
Así la cosas, Larreta avanza con un armado territorial centrado en alianzas sin distinciones partidarias. El larretismo no es puritano en se sentido; una muestra de eso fue la elección a jefe gobierno del 2019, en la que el larretismo terminó sellando acuerdos, incluso, con el socialismo. El organigrama porteño ha servido de garante en ese sentido, repartiendo lugares al radicalismo de Lousteau, Nosiglia y Angelisi. Es por eso que el Banco Ciudad y la Defensoria del Pueblo, entre otros, se encuentran bajo la órbita del radicalismo porteño. Hace poco, Larreta dio marcha atrás con la incorporación del hijo de Nosiglia como funcionario de deportes de la ciudad para no seguir levantando suspicacias, aunque terminó nombrando al “chapa” Retegui, ex entrenador de las leonas, reconocido kirchnerista y de buena relación con Aníbal Fernández.
Nada de esto le preocupa a Larreta, dado que desde sus filas sostienen que la forma de ganar en el 2023 es ampliando la base. Aunque las encuestas en los últimos tiempos no estén tan de acuerdo con eso. La sociedad le está pidiendo más dureza a los dirigentes de la oposición, la postura anti grieta se vuelve muchas veces incómoda para el Jefe de gobierno.
Una de las ventajas de Larreta tiene que ver con tener un equipo aceitado, más allá de que en su mayoría no cuentan con experiencia nacional. Otra ventaja es su estrecho vínculo con el establishment que puede ser importante a la hora de asumir un gobierno en plena crisis.
Por su parte, Patrcia Bullrich recorre el país en busca de aliados, que en su mayoría son los que han quedado díscolos con el Jefe de gobierno porteño. Lo cierto es que cuando terminó el gobierno de Macri, una gran cantidad de funcionarios quedaron fuera de la escena, dado que en la ciudad no tuvieron lugar ni fueron convocados por Larreta. Los únicos ex funcionarios que consiguieron espacio en la administración capitalina fue por influencia de Frigerio, Monzó o Vidal. Patricia Bullrich se ocupó de recuperar a algunos de los cuadros no considerados por Larreta y de ponerlos en la cancha. Sin embargo, una de las críticas que más se oyen sobre la ex ministra tiene que ver con su dificultad a la hora de conformar equipos. Le achacan su personalidad individualista y la falta de organización. El caso Arietto habría sido una consecuencia de eso por falta de contención. Es que la dirigente bonaerense pedía pista para coordinar su distrito y la negativa rotunda de Bullrich devino en un estallido y el posterior pase de Arietto a la vereda de en frente. Algo que no puede dejar de tenerse en cuenta en esta discusión es que Arietto no había conseguido lugar en las listas en la última elección, lo que habría precipitado la pelea. Bullrich deberá trabajar para mostrar un armado no solo territorial sino también de equipos técnicos para poder dar la pelea en contra de la mega estructura de Larreta. Una gran parte de la dirigencia del PRO del interior apoya a Larreta, pero Bullrich está cada vez mejor con la ciudadanía según encuestas confiables.
Otra cuestión importante será el apoyo de políticos como Milei o Ricardo López Murphy, que están fuera de los partidos convencionales, allí también habrá una puja de cara al futuro. En la sede larretista de Uspallata saben que Milei es intransigente, pero no descartan las conversaciones con Espert.
También queda por verse que hará el radicalismo. El otro aliado posible para la ex ministra de seguridad podría ser Gerardo Morales, por más que el radical haya sido muy crítico del PRO. Morales mantiene una interna con Lousteau y le achaca haber “entregado” el radicalismo en la ciudad a Rodríguez Larreta. Queda por verse si es posible mantener la cordialidad entre los halcones de Bullrich y Morales sin que la sangre llegue al río. Nada se descarta.
Bullrich no teme dar las peleas que haya que dar y tiene la convicción de que los cambios en el país no pueden esperar. Esto le ha traído un fuerte anclaje popular en el electorado llamado “macrista”.
“Horacio tiene como llegar, en términos de recursos y equipos, pero si llega, no entiende lo que tiene que hacer. Patricia no tiene con qué llegar, pero si llega, sabe lo que tiene que hacer”, repiten algunos dirigentes dentro del PRO.
Macri está tratando de equilibrar ese debate, y entiende que ambos candidatos tiene que llegar en condiciones competitivas. Sin embargo, tanto Bullrich como Larreta saben que la candidatura de Macri no está descartada, algo que sería, como dicen los americanos: “game changer”.