Javier Iguacel viene convirtiéndose en un tema permanente de debate y apoyo en las redes sociales. Su paso por el gobierno de Cambiemos, sobre todo el trabajo realizado en vialidad nacional, lo catapultó como un funcionario eficiente y reconocido en los pasillos de la política como uno de los preferidos del ex presidente Macri.
Como intendente de Capitán Sarmiento, un municipio que araña apenas los 15 mil habitantes, llevó adelante una revolución impositiva recortando más de 100 de los 130 impuestos que tenia la localidad.
Sin embargo, todos estos atributos positivos no explican este fenómeno reciente.
Si alguien preguntaba luego de las PASO de 2021 quién sería el próximo gobernador bonaerense la respuesta hubiera sido fácil: Diego Santilli, sin ningún lugar a dudas. El armado propuesto por Rodriguez Larreta había demostrado cierta eficiencia, aún contra la resistencia del sector duro de la sociedad que no lograba conectar con las palomas. Pero tan solo tres meses después, plan “platita” mediante, “el colo” no pudo sostener esa expectativa colectiva. Fue por eso, que varios del PRO fueron apuntándose en la carrera por ocupar el máximo cargo en la gobernación. Ritondo fue el primero en levantar la mano respaldado por María Eugenia Vidal, los intendentes Grindetti y Valenzuela coquetearon también con la idea, al igual que Julio Garro.
Todos estos dirigentes, en el ideario de la vieja política, tendrían muchos más motivos para ser los preferidos a la hora de apostar por un futuro gobernador. Todos manejan estructura, poder mediático y económico. Pocos imaginaban que un intendente de una pequeña localidad hoy estaría proponiéndose para liderar la Provincia más grande del país. El asunto es que todos estos dirigentes carecen de algo en lo que Iguacel saca cierta ventaja: una idea clara de cara a la sociedad que no está ligada a las meras conveniencias políticas.
Iguacel es diferente porque está en las antípodas de las banderas de la rosca y la vieja política. El ex ministro de energía conecta más quizás con el origen del PRO en aquella idea de la eficiencia y el servicio, pero a la vez ha logrado mostrar convicción ideológica a partir de su denuncia a Cristina Kirchner referida a vialidad nacional, causa por la cual podrían pedir pensión efectiva para la vicepresidenta. Al intendente de Capitán Sarmiento todavía le falta conocimiento en la población, es cierto, pero acompañar a Patricia Bullrich podría terminar de apuntalarlo. Ese camino solo requiere cierta audacia política y una campaña aceitada.
Los integrantes de la rosca tradicional de la Provincia que hace tan solo un tiempo atrás veían a las aspiraciones del intendente como un imposible, hoy empiezan a preocuparse por esta candidatura. Es que una idea clara en los tiempos que corren de confusión se ha convertido en el activo más potente y, sobre todo, cuando las redes sociales hacen un trabajo letal en su difusión.
Iguacel tiene un largo camino por recorrer. Algunos sostienen que está en conversaciones con Álvaro de Lamadrid para que lo acompañe en su fórmula, más allá de que esté último ya lanzó su precandidatura a la gobernación . Por otro lado, corre el rumor de que el peronismo republicano busca que sea Joaquín de la Torre su compañero de fórmula, impulsado por Jorge Triaca. De esta manera estos sectores que vienen alicaídos en Juntos podían tener participación en los armados y en la distribución de cargos, ofreciendo a cambio poner estructura en la campaña, algo nada despreciable. El panorama no es claro, pero el intendente de Capitán Sarmiento deberá aprovechar esta ola y cuidar que sus ideas no se pierdan en el camino, porque allí reside su verdadero capital.
Por Nicolás Roibás
Codirector Speaker´s Corner consultora