Roberto García Moritán viene dando mucho que hablar. El legislador porteño encontró una forma de conectar con la ciudadanía y hoy se destaca dentro de un cuerpo de 60 legisladores; y al mismo tiempo ha tenido que pelear contra los prejuicios de la clase política y el círculo rojo.
No le habrá sido fácil al empresario gastronómico, un outsider conocido popularmente como “el marido de Pampita”, enfrentar este último rótulo. Sin embargo, sus últimas intervenciones en la legislatura y en la calle están dejando atrás ese peso y se está haciendo nombre propio entre la gente. La política tiende a ser celosa de quienes son ajenos a ella, y en esa actitud se observan los rasgos más característicos de “la casta”. Existen pretensiones dentro de la política de que se respeten las estructuras o los años de gestión, de rosca, de ostentación de cargos, entre otras cosas. Este es un legado del personalismo y del populismo, que encuentra su máxima expresión en los barones del conurbano y los gobernadores feudales; y que ha contaminado por costumbrismo a todas las cúpulas partidarias. Moritán es un extraterrestre en ese mundo.
Su salto a la política de la mano de Republicanos Unidos se dio en el momento en que Ricardo López Murphy volvía a insertarse de lleno en la política y a generar expectativas en una porción de la población que no había quedado conforme con los armados de las listas en la ciudad o que sentía falta de representación por parte de PRO. Se dio también en un contexto de resurgimiento de las ideas liberales y de agotamiento del modelo planteado por el kirchnerismo.
Sorpresivamente, el empresario apareció encabezando la lista de legisladores y generando a la vez prejuicios y dudas.
Ayer García Moritán dio que hablar una vez más, cuando se apersonó en uno de los tantos piquetes que vienen tomando la capital porteña. Un grupo de mujeres piqueteras charlaron con él y se sacaron selfies. Esta actitud despertó el enojo y la violencia de Belliboni (Polo Obrero) y otra mujer de la misma agrupación. De allí surgió una frase que, sin dudas, la quedará para los memes de la historia y que fue del líder del Polo Obrero: “¿Cómo se van a sacar fotos con un cheto? “.
Allí se advierte una lectura vetusta por parte de las agrupaciones piqueteras sobre determinadas problemáticas: hoy por hoy, estar en contra de los cortes como mecanismo de protesta no es de “chetos”, sino más bien que se ha transformado en un reclamo popular.
Por otro lado, el tema de la repartija de fondos sociales está en el ojo de la tormenta por la pulseada que está dando Cristina Kirchner para que la Cámpora se haga de esa caja. Esta pelea ha expuesto a la luz pública el negocio que hay detrás de los movimientos sociales.
Moritán entiende, quizás por venir desde fuera de la política, qué temas cotidianos generan hartazgo en la sociedad. Es probable que este “cheto” (en palabras de Belliboni) entienda mejor sobre las necesidades actuales de la población que los que lideran los movimientos sociales. Extraña paradoja.
El legislador en su actitud del día de ayer, por otro lado, demostró que existe un reclamo de la sociedad para que la política no se haga “la distraída” con respecto a esta problemática. El video dejó en evidencia el contraste entre la política dispuesta a hacerse cargo, y la que no lo está. Quizás por eso, algunas personas en las redes empezaron a sugerir que Moritán debería postularse a Jefe de Gobierno Porteño. ¿Es muy alocada esta idea en un contexto global que abraza a los outsiders?. Quedará por verse.
Por Nicolás Roibás