Crisis y oportunidad: El caso $LIBRA y la gestión comunicacional de Javier Milei

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El escándalo en torno a la promoción del token $LIBRA por parte del presidente Javier Milei sigue evolucionando y, con cada nuevo movimiento, revela grietas en la estrategia de comunicación gubernamental.

Desde el punto de vista del análisis de comunicación política, este artículo parte de un supuesto clave: el principio de inocencia del Presidente. Según los estándares constitucionales y el debido proceso, Javier Milei es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Sobre esta base, el objetivo es analizar cómo una comunicación de crisis más efectiva pudo haber convertido este escándalo en una oportunidad política para fortalecer su liderazgo y credibilidad.

El primer gran error fue el tuit inicial de Milei, en el que, tras eliminar la publicación promocionando $LIBRA, aseguró que simplemente había compartido un proyecto como lo hace habitualmente con otros emprendimientos, pero que no estaba al tanto de los detalles. Sin embargo, el comunicado oficial publicado posteriormente por la Oficina del Presidente contradice parcialmente esa versión al admitir que Milei tuvo reuniones previas con los desarrolladores del token, que su vocero Manuel Adorni participó de estos encuentros, y que la audiencia había sido asentada en registros oficiales.

Este desfasaje entre la negación inicial y la admisión parcial posterior es un caso claro de “la espiral del silencio comunicacional”, término acuñado por Elisabeth Noelle-Neumann. En términos prácticos, significa que cuando un gobierno no entrega información clara desde el principio, el vacío es llenado por críticas, especulaciones y una escalada mediática que le resta margen de maniobra.

Un comunicado sin autocrítica

Más allá de reconocer la existencia de reuniones previas, el comunicado evita asumir cualquier tipo de error o responsabilidad política. Se presenta la eliminación del tuit como una medida para “evitar especulaciones”, pero no hay una sola línea en la que el Presidente exprese alguna autocrítica o empatía con las personas que invirtieron en $LIBRA por su promoción.

Desde el enfoque de la Teoría del Encumbramiento y la Negación Estratégica de Benoit (1997), existen cinco estrategias para la reparación de imagen ante una crisis:

  1. Negación (alegar que no hubo error)
  2. Evasión de la responsabilidad (culpar a terceros)
  3. Reducir la ofensa (minimizar el impacto del hecho)
  4. Correctivo (tomar medidas de reparación)
  5. Mortificación (pedir disculpas directas)

En este caso, el gobierno optó por una mezcla entre la negación inicial y la evasión de responsabilidad, alegando que el presidente solo hizo una promoción como tantas otras y que no tenía control sobre lo que pasó después. Este es un modelo de comunicación de crisis ineficaz, ya que ignora el daño real sufrido por los ciudadanos y no genera confianza.

El presidente tenía la oportunidad de demostrar que fue engañado y pedir disculpas. Según la Teoría de la Transparencia Radical en crisis de John Doorley y Helio Fred García, el reconocimiento inmediato del error y la reparación del daño pueden generar confianza, incluso en situaciones adversas. Si Milei hubiese admitido de inmediato haber sido mal asesorado, condenando la estafa y comprometiéndose a medidas concretas de control, su imagen podría haberse fortalecido.

La Oficina Anticorrupción y la “Unidad de Investigación” presidencial: ¿control o simulacro?

El comunicado oficial también anuncia la intervención de la Oficina Anticorrupción (OA) y la creación de una Unidad de Tareas de Investigación (UTI) dentro de la Presidencia. Aquí surge otro problema de comunicación y gestión de crisis.

  1. La OA es un organismo independiente y su intervención no depende de la voluntad del Presidente. En este sentido, la decisión de Milei de “dar intervención” es más una formalidad que un gesto proactivo. En una democracia republicana, cuando surge un posible acto de corrupción, el gobierno no decide si se investiga o no; la investigación ocurre de todas formas.
  2. La creación de una UTI bajo la órbita de Presidencia ha sido duramente cuestionada. Desde la oposición y diversas figuras políticas se advierte que una investigación interna controlada por el propio gobierno no garantiza transparencia. Existen antecedentes dentro de la gestión libertaria de intolerancia a las críticas internas, con funcionarios desplazados por manifestar opiniones contrarias a la línea oficial. Esto genera dudas sobre si la UTI será un mecanismo real de control o una herramienta de contención mediática.

Desde la Teoría de la Comunicación de Crisis Situacional (Coombs, 2007), en casos donde una organización (o un gobierno) es visto como responsable indirecto de un escándalo, lo más eficaz es transferir la investigación a un ente completamente independiente, garantizando que el proceso no tenga interferencias políticas. Al centralizar la investigación en una estructura interna, Milei refuerza la percepción de que intenta controlar los resultados en lugar de permitir una auditoría externa y objetiva.

Un caso que debió ser una oportunidad

Si Milei realmente fue engañado por terceros, este escándalo pudo haber sido una oportunidad política para demostrar liderazgo, transparencia y compromiso con la verdad. En cambio, su reacción inicial, basada en la negación y la eliminación de pruebas (borrado del tuit), junto con la posterior admisión parcial de los hechos sin autocrítica, debilitó su posición.

Cómo debió haber sido la respuesta

Si analizamos la situación desde las mejores prácticas en comunicación de crisis, la respuesta ideal de Milei debió haber sido:

  1. Inmediata y honesta: en lugar de negar conocimiento, admitir que hubo reuniones con KIP Protocol y explicar cómo fue el proceso.
  2. Empática con las víctimas: expresar solidaridad con quienes perdieron dinero y condenar en términos claros la estafa.
  3. Compromiso con la transparencia: en lugar de una comisión interna, anunciar que se solicitaría una auditoría externa de la OA, la UIF y el Banco Central, sin intervención del Ejecutivo.
  4. Medidas correctivas: establecer un protocolo para evitar que proyectos sin verificación previa sean promocionados por el Presidente.

Bajo este esquema, Milei no solo habría controlado mejor el daño, sino que incluso habría fortalecido su imagen como líder firme y honesto, engañado pero decidido a corregir y castigar a los responsables.

En cambio, la gestión errática de la comunicación gubernamental ha permitido que el caso se convierta en un escándalo mayor, que seguirá escalando en la agenda política y mediática.

Conclusión: comunicación de crisis mal gestionada

El caso $LIBRA es un claro ejemplo de cómo una mala gestión de crisis puede agravar un problema inicial. Desde la negación hasta la falta de autocrítica, la estrategia del gobierno ha sido ineficiente y ha abierto más preguntas que respuestas.

Si el Presidente realmente fue engañado, su mayor error no fue haber promocionado $LIBRA, sino haber negado información inicialmente y luego intentar controlar el daño con una investigación interna poco creíble.

En comunicación de crisis, la transparencia, la empatía y la responsabilidad son claves. En este caso, Milei y su equipo han fallado en las tres.

Sobre los autores.

Gonzalo Acosta

Gonzalo, co fundador de Republicana, es publicista y consultor político desde hace 20 años, con participación en mas de 15 campañas electorales provinciales y locales, y participó en las últimas elecciones del Club Boca Juniors, realizando audiovisuales para la fórmula Ibarra – Macri. Dirige la agencia creativa MasIdeas.com.ar, especializada en branding

Augusto Grinner

Augusto, co fundador de Republicana, es periodista y analista político. Fue el primero que asesoró en su comunicación al Presidente Javier Milei. Además, Augusto, conocido en redes como Depe, gestiona su canal de Youtube con más de 200k de suscriptores, y participa del canal Ey! como analista político y periodista

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